Comentario
Mientras el vehículo aceleraba a través del Puente Lateiner, un hilo de sangre comenzó a surgir de la boca del Archiduque. Había sido alcanzado en el cuello y la bala le había perforado la yugular, alojándose en la columna vertebral. Su mujer exclamó: "¡Por Dios! ¿Qué te ha sucedido?" y, acto seguido, se inclinó hacia delante. El general Potoirek pensó que se había desmayado e intentó ayudarla. Sin embargo, la duquesa Sofía había sido mortalmente alcanzada en el abdomen. Agonizando, su marido alcanzó a pronunciar: "¡Querida Sofía no te mueras, vive por nuestros hijos!", pero la duquesa Sofía estaba muerta y unos minutos después fallecería también el Archiduque. Sus últimas palabras fueron: "No es nada, no es nada..." A las 11,30 de la mañana comenzaron a sonar todas las campanas de Sarajevo; los terroristas habían logrado su objetivo.
En un primer momento pareció que nada iba a suceder en Europa tras el atentado; el asesinato de Sarajevo pareció ser algo distante y sin mayor importancia. Al recibir la noticia en su central de Londres, la redacción de Reuter pensó que aquel mensaje urgente era el resultado de una carrera de caballos, con indicación de los vencedores: Sarajevo (1°), Fernando (2°), Asesinado (3°). En Viena se celebró un discreto funeral para el heredero; el origen plebeyo de la duquesa impidió su entierro en la iglesia de los Capuchinos en Viena, lugar reservado para la realeza de los Habsburgo. La pareja fue enterrada en el castillo de Arttesten, propiedad de Francisco Fernando. Como señala Marc Ferro, "Viena siguió siendo Viena y la música no cesó de sonar".
En Sarajevo, los terroristas, salvo uno, ya habían sido arrestados el 5 de julio. Dada la escasa simpatía que Francisco Fernando despertaba, Viena delegó la investigación policial a las autoridades de Sarajevo. Éstas, únicamente pudieron establecer con claridad que las armas provenían de Serbia, pero nunca pudo probarse la complicidad del Gobierno serbio. Mas eso no salvaría a Belgrado, cuyas aspiraciones a la Gran Serbia atentaban directamente contra la supervivencia del Imperio Austro-Húngaro. Por eso, Viena decidió que el doble asesinato no podía quedar impune. Así, tras recibir el acuerdo de su aliado alemán, dirigió el 23 de julio un ultimátum a Belgrado que, de haberlo aceptado en su totalidad, le hubiese reducido a un satélite de Austria. Serbia aceptó todas las condiciones, salvo la participación de investigadores austriacos en su territorio, por considerarlo un atentado a su soberanía. La respuesta de Serbia no satisfizo a Austria, que le declaró la guerra el día 28 de julio.
La razón por la cual este atentado desencadenó un conflicto mundial estuvo en el funcionamiento automático de movilizaciones y en el sistema de alianzas establecidas en Europa desde hacía años. Rusia quería evitar el aniquilamiento de Serbia y así, el 26 de julio, el zar decretaba una movilización parcial para intimidar a Austria-Hungría. El día 1 de agosto, Alemania declaraba la guerra a Rusia y el día 3, a Francia. Inglaterra entró en el conflicto el 4 de agosto. La Primera Guerra Mundial había comenzado, tal y como había previsto unos años antes el canciller Bismarck, "por alguna estupidez en los Balcanes".